Como nunca temí por el
mío, aquella idea me resultó al principio tan ajena como incomprensible. Cuando la periodista le pregunta al autor al
principio del libro qué significa perder su cuerpo, lo hace tan
perpleja y confusa como yo lo estuve al leer las primeras páginas.
Más tarde, a la luz de las sinceras y conmovedoras palabras de un
padre a su hijo, vi con más claridad lo terrible de aquella pregunta
y su respuesta.
Ta-Nehisi Coates explica
a su hijo el mundo en el que a un negro americano le ha tocado vivir.
Se remonta al miedo en las calles del barrio negro de su infancia, el
de los padres por perder a sus hijos; cómo ese miedo generaba
violencia fuera y dentro de casa. Se complace de que a su hijo esas
experiencias extremas le hayan sido ajenas, pero considera que a sus
quince años ha visto lo suficiente como para que sea el momento de
que este libro tenga sentido. Ya sabe de negros perdiendo sus cuerpos
sin que nadie se responsabilice, sin que sean castigados los
culpables. Es por ello que Coates despliega ante los ojos de su hijo
una reflexión desgarradora sobre una América blanca que vive lo que
él llama el Sueño que “descansa sobre nuestras espaldas, sobre
los cimientos hechos con nuestros cuerpos”. La crítica es
feroz cuando habla de un país que vive en la creencia de ser
excepcional, grande y noble, olvidando “las grandes maldades que
se han cometido en nombre de nosotros”. Y aparece entonces la
pregunta de su vida: “cómo hay que vivir dentro de un cuerpo
negro, y dentro de un país perdido en el Sueño”.
Invita a su hijo a encontrar la manera de hacerlo en ese país, en
ese mundo, en ese cuerpo.
Al avanzar en la lectura
poco a poco su miedo fue el mío. Y cuando retomé algunas
anotaciones para escribir estas palabras, me conmoví por lo
extensible de ese miedo a otros cuerpos que, sin ser negros, sufren
la violencia y el expolio de los que más tienen para tener más aún.
Dice Coates que cuando
la periodista le preguntó aquello, fue como si le estuviera pidiendo
que la despertara del más hermoso de los sueños. Somos muchos los
que soñamos con una sonrisa en los labios. Libros como este ayudan a
abrir nuestros ojos soñolientos.
Gracia Mª Sánchez Cobano