FRONTERAS BLINDADAS


En este mundo en el que las grandes empresas se benefician de las ventajas que ofrece la globalización, las fronteras blindadas juegan un papel fundamental. Y es que en un sistema basado en el reparto desigual de la riqueza y la falta de justicia social, la limitación de movimientos facilita que los residentes de estas urbanizaciones selectas que constituyen los países del primer mundo puedan mantener sus privilegios.

Más allá de las barreras invisibles que levantan la explotación laboral y la pérdida de coberturas sociales en Europa, las barreras físicas evidencian la falta de sensibilidad de los gobiernos y la indiferencia de las gentes frente al drama de los que huyen de la guerra, la persecución, el hambre o la pobreza.

Ya sea en la frontera de Turquía con Grecia y Bulgaria, en las de Ceuta y Melilla con Marruecos o entre México y Estados Unidos, kilómetros de vallas pretenden impedir el acceso de inmigrantes en busca de una vida mejor. Resulta fácil levantar muros, extender vallados y desplegar concertinas. Alimentando el miedo y azuzando el egoísmo se justifica su uso al tiempo que crece la intolerancia y la xenofobia.

Es legítimo aspirar a tener un trabajo digno que nos permita llevar una vida feliz en un lugar seguro y lo es revelarse contra un statu quo que pretende perpetuar la injusticia a costa de los derechos de las personas.
Nos sentimos más cercanos a los trabajadores del mundo que a aquellos que ostentan el poder y queremos con nuestro trabajo promover la reflexión en torno al fenómeno migratorio: sus causas, los beneficios que conlleva y los retos que todos debemos afrontar.